'Una sociedad que ha abolido la aventura convierte la abolición de esta sociedad en la única aventura posible'

martes, 2 de agosto de 2011

De ilusión también se vive

‘La democracia es un golpe de estado, que por las calles no pone tanques sino cámaras de TV y micrófonos de periodistas. La democracia gobierna con el poder de su propaganda’

‘Sostenemos que la democracia es la técnica y la ciencia que usa el poder para no ser percibida como la opresión. El capitalismo es el jefe y la democracia es un portavoz de prensa’.

(Conspiración de Células del Fuego)


Una de las peticiones formales del denominado movimiento 15M ha sido la de la reforma de la ley electoral. Por ser una petición clara, asumible por el poder ejecutivo e incluso necesaria para el mantenimiento del status quo sin que los problemas de imagen del Dominio aumenten, los medios de comunicación masivos y los partidos políticos la han tomado en serio y proceden a debatir su interés. No les importa excesivamente, la cuestión es que la democracia como imagen de la libertad se mantenga y oculte el absoluto dominio de la vida que ejerce el Capital/Estado. Lo que más les interesa, de hecho, es hacer que dé una mayor sensación de participación en las decisiones (como si el voto fuese una gran elección en nuestras vidas…), sin que realmente implique excesivos desmanes en el Congreso. De hecho ya hace tiempo que socialistas y populares estaban de acuerdo en una reforma que además aumentaba el número de diputados de 350 a 400.
Una reforma así pretende disminuir la separación creciente entre la perspectiva del político y la perspectiva de la gente, pretende transitar ese hiato que se ha agrandado continuadamente y que sólo había sido llenado con grandes dosis de consumo y ocio vacío. Un movimiento como el 15M que, aunque ha abierto al espacio público a la política, o precisamente por eso y porque lo ha hecho sin conciencia, ha tomado la política como otra actividad sustitutoria más con que llenar los huecos constituidos por años de apatía. Por esto mismo no cuestiona con rigor lo que se trae entre manos. Y si lo hace y concluyen que lo mejor es mejorar las leyes, serán enemigos del que escribe esto, puesto que el aumento de leyes o su mejora mediante reformas adoptadas por un poder separado a nosotrxs y que conduce a su asunción por la vía de la fuerza no serán nunca el camino hacia la libertad. Por mucho que lo maquillen y lo vendan así.
Lxs que piden un cambio tal confían en mejorar sus vidas con él, otorgando un gran valor al hecho de votar. Bien harían en tomar más en serio las decisiones que toman a diario en su trabajo, en la calle, en la casa. En su defecto, y como dice el saber popular, vivirán de ilusiones.

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