Es vergonzoso lo de las cárceles españolas, una especie de campos de concentración, donde los presos sufren torturas, malos tratos y desamparo. La política represora del sistema genera muchos problemas y muchas victimas
Las cárceles son el reflejo de la sociedad, la mayoría de los presos son víctimas del sistema y su política inútil, cada vez hay más delincuencia, más presos, más cárceles y por supuesto más carceleros y todo tipo de personas que trabajan en prisiones; las cárceles se han convertido en un negocio para las empresas privadas y en una enorme carga para el estado.
Las empresas con enchufe se forran haciendo negocio en las cárceles… desde la construcción, empresas de mantenimiento, servicios de agua, luz, limpieza teléfono, servicios de compra del economato, compras del exterior….
Es una carga para el estado por los gastos y presupuestos destinados a las cárceles que van en aumento cada año, los gastos son pagados de los impuestos de los ciudadanos y hasta resulta irónico pensar que estos gastos, incluidos los sueldos de los carceleros, se lo pagan las familias de los presos: la victima paga generosamente a su verdugo.
En las cárceles trabaja un ejército de personas, muchos de ellos son inútiles y aprovechados, que esperamos de los funcionarios públicos: una especie de burócratas con poca formación, aprovechados sin escrúpulos que pasan la mayoría del tiempo sin hacer nada, unos vagos con trabajo y sueldo fijo. El perfil del funcionario es claro, una persona con pocos estudios, poca profesionalidad, sin ningún tipo de control en el trabajo… el último escándalo de los funcionarios públicos salió a la luz mediante grabaciones en vídeo en la ciudad de justicia en Valencia, hace unos pocos meses… los funcionarios entraban, fichaban y dos minutos después regresaban a sus casas o a otros quehaceres… por eso los funcionarios públicos son el cáncer de las sociedades… estamos hablando de más de 2 millones de funcionarios en España, esto genera unos gastos enormes y es parte de la crisis en cualquier país porque son gente no productiva por eso en todos los países que vienen padeciendo esta crisis, la primera medida que vienen tomando es reducir su número y sus sueldos…
Lo mismo pasa en las cárceles, muchos funcionarios, mucho personal, educadores, sicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, médicos (de esto último suele escasear), juristas… mucha de esta gente sobra en las cárceles y cobran por la cara.
Se puede ahorrar mucho dinero al estado aplicando una política penitenciaria útil y eficaz, basada en la flexibilidad del sistema judicial comprensivo, con la prevención, la reinserción social, la educación y la integración social, aplicando medidas alternativas a las penas de prisión, así se evita el colapso en las cárceles, no construir más cárceles y cerrar muchas de ellas.
Con una política penitenciaria eficaz se puede reducir el número de presos a la mitad, lo mismo que el personal en las cárceles.
El sistema judicial con su inflexibilidad, falta de razonamiento, ha colapsado al sistema penitenciario. Se puede decir que estos dos sistemas son cómplices de esta política inhumana y represora, que prefiere generar más presos para dar más trabajos a mucho inútiles, corruptos y aprovechados.
Hablando en cifras; desde el año 200 el número de presos en España ha aumentado un 65%, lo que la sitúa a la cabeza en la tasa de presos por cada 10000 habitantes. En 2009 había en las cárceles españolas 76090 presos, el doble de los que había en 1990, de ellos el 22% eran preventivos. Según datos del Consejo de Europa publicados en 2005, el tiempo de estancia en prisión en España se duplicó desde 1996 (9,7 meses) hasta 2004 (16,7 meses) y todo esto a pesar de que España se sitúa en una tasa de criminalidad comparada de 45,1 delitos y faltas por cada 1000 habitantes, una de las más bajas de Europa y por debajo de la media europea (69,1), situándose en 2009 al mismo nivel que en el año 2000. En resumen, en 10 años la criminalidad ha permanecido estable en cotas muy reducidas, su percepción por la población es muy baja y sin embargo en 20 años se ha duplicado la población penitenciaria (78000 presos en 2011).
Mantener a un preso en España cuesta de media 54,79 euros al día. El presupuesto destinado a las cárceles ha pasado de 689 millones de euros (2000) a 1250 millones (2010). Las medidas alternativas a la prisión salen muchísimo más barato, tan solo cuestan 3 euros por persona al día.
El 75% de los presos son reincidentes y multireincidentes, el 25% son extranjeros. El sistema no tiene intención alguna en reinsertar y en reeducar a los presos, con una simple mirada a las cárceles se puede observar que la mayoría de los presos son indigentes, sin ningún tipo de ingresos económicos, sin trabajo, sin actividades ni nada. La falta de trabajo y de ocupación provoca problemas y conflictos y violencia. El 30% de los presos sufren enfermedades mentales y necesitan tratamiento psiquiátrico especializado y deben ingresar en centros adecuados para su tratamiento. Estos presos están totalmente abandonados en los patios de la cárcel. Cada vez hay más enfermos mentales entre la población reclusa.
El preso es considerado un indeseable por parte del sistema, los presos no tienen ningún valor y son despreciados. Han aumentado el número de muertes sospechosas entre los presos, las muertes por sobredosis, los suicidios, la falta de atención médica, por la negligencia de los carceleros.
Los responsables de la política penitenciaria, como la S.G.I.P., las cúpulas de las cárceles, el personal que trabaja en las prisiones… todos son cómplices y responsables por la política destructiva que ejercen. Los responsables disfrutan de impunidad total, nadie les controla, ni cuestiona ni vigila. No rinden cuentas a nadie, por eso siguen con su actuación perversa. Nadie hace nada para cambiar y mejorar la situación precaria de los presos.
Para el sistema, cuantos más presos hay mejor, eso les garantiza el trabajo, el sueldo, el chollo, el trapicheo. De eso viven estos miserables de alma, mente y cuerpo.
Una política penitenciaria eficaz, más flexible, comprensiva y humana, con un programa de inserción social significaría la reinserción e integración de los presos en la sociedad y esos significa una reducción importante de presos lo cual conlleva menos trabajo para el sistema y pondría fin al chollo y al aprovechamiento y eso significa una reducción importante de los funcionarios y demás personal. Esto no interesa, el sistema nunca permitirá eso porque vive de las desgracias de los demás, es la política de la economía agregada porque hay mucho dinero en juego y muchos intereses económicos.
Todo esto me recuerda la historia de la paradoja de los cristales rotos que ocurrió en Bayona (Francia) en 1839. Un gamberro lanza una piedra contra una panadería y rompe una ventana. El panadero sale enfadado y se pone a llorar porque va a tener que pagar un nuevo cristal. Los viandantes se reúnen en su alrededor y al principio se solidarizan con su desgracia. De repente, uno de ellos explica que la desgracia no es tal ya que el dinero que el panadero va a gastar representará un ingreso para los cristalero (quienes al fin y al cabo viven de los cristales rotos), estos gastarán ese dinero en la carnicería en beneficio de los carniceros, que a su vez van a gastar ese dinero en el teatro en beneficio de los actores que a su vez lo gastaran en beneficio de los sastres y así sucesivamente hasta suponer un enorme efecto positivo sobre la economía agregada (lo que se llama el efecto multiplicador). Tras concluir que la gamberrada era buena para la sociedad, los viandantes abandonaron al panadero a su suerte.
El sistema se basa en esa política perversa, un sistema podrido, corrupto e inhumano que tratas a las personas como mercancía y que engaña y manipula la realidad pintando todo de colores maravillosos, cada vez que hablan de las cárceles enseñan las cosas bonitas y ocultan las malas. Utilizan el método Potemkin. Potemkin era un príncipe ruso, se ocupaba en preparar a los campesinos de las riberas del Volga para el paso de la comitiva naval de la gran zarina Catalina, zarina de todas las rusias. Sus criados se adelantaban para montar decorados de cartón piedra que, desde los navíos, parecían blancos y alegres poblados en cuyas orillas sonrientes familias con ropajes buenos aclamaban a su soberana, fuera de vista sus miserias, lejos del corazón.
Es el síndrome de Potemkin el que sufre el sistema, enseñando la buena cara y ocultando y pintando bien las cosas malas, las miserias de las cárceles.
Hoy más que nunca los presos necesitan apoyo y ayuda de la sociedad porque están desamparados, indefensos y desesperados; son maltratados, castigados con una política penitenciaria perversa. La única esperanza que tiene los presos son los aires nuevos que soplan en la sociedad indignada que quiere cambiar el sistema podrido y hacer justicia dando a cada persona lo que le pertenece con mucha dignidad. Por eso espero que el movimiento de los indignados tome en consideración el sufrimiento de la población reclusa y que reivindiquen los derechos de los presos pidiendo un cambio profundo de la política penitenciaria. Los presos hoy en día merecen respeto, trato humano y mucha solidaridad.
El movimiento de los indignados ha despertado mucha esperanza entre la población reclusa y desean mucho éxito al movimiento. Y los presos también están indignados con el sistema, nadie cree en los políticos ni en el sistema, ni en la democracia ni en la justicia.
La familia de inútiles, aprovechados sigue en el poder…dentro de unos meses va a ser sustituida por otra pandilla peor todavía y el país sigue en caída libre con una grave crisis económica, política y de valores. El pueblo paga el precio muy caro de los errores de estos mangantes políticos que nunca rinden cuentas a nadie. Los que deben ser juzgados, castigados y despojados de sus bienes y los que deben pagar por sus errores son los responsables y sus cómplices.
Cuando se empiecen a pedir cuentas y a juzgar a estos aprovechados entonces podemos tener esperanza e un futuro mejor.
Mohamed Achraf
Puerto 3
julio 2011
Extraído de Boletín Tokata.
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