Después de la manifestación alternativa a los sindicatos mayoritarios que circuló el 1 de mayo por la tarde por los barrios altos de Barcelona destrozando a su paso oficinas bancarias, empresas varias y algunos coches de lujo, se han dicho muchas cosas.
En tanto la manifestación reunía a gentes y colectivos de distintas tendencias y distinta forma de actuar, las valoraciones han sido diferentes. Sindicatos y partidos minoritarios, y algunos colectivos, forjan su fuerza (al menos en parte) a partir de la imagen pública que ofrecen, y a menudo se sienten responsables de lo que pase en el transcurso de la mani, ya que son los que ponen sus siglas para autorizar la manifestación y el recorrido. Bajo mi punto de vista, las condiciones actuales, conminan a arriesgar esas siglas y esa imagen, y no caer en la trampa de limitarnos nosotros mismos en los métodos. La gente entiende (y a veces comparte) más la acción directa contra objetivos concretos y claros que la reivindicación continua. Se trata de dar sentido a lo que se hizo, no de censurarlo. De otra forma caeremos en las divisiones de antaño entre legales-ilegales, violentos-no violentos, que no contribuyen a lanzar la ofensiva contra el Estado-Capital. Tampoco debemos caer en la autocomplacencia del ataque directo. Será preciso seguir dotándonos del discurso que afila más aún los ataques y amplía la afinidad con otras gentes.
Dejo la traducción de un texto que se ha publicado en catalán en IndymediaBarcelona varios días después, con el objeto de aclarar y dar sentido a lo que se realizó.
Las cosas claras. Algunas puntualizaciones sobre la manifestación unitaria del Primero de Mayo.
El texto siguiente está realizado por personas que el pasado domingo 1 de mayo participamos en la manifestación alternativa unitaria. Consideramos necesario hacer públicas algunas reflexiones sobre comentarios y declaraciones que nos alarman, para contribuir a la clarificación de la situación y al debate sobre la lucha en la calle.
1. Los diversos ataques a sedes bancarias, concesionarios, empresas de seguros, coches de gama alta y otros no fueron obra de policías inflitrados en la manifestación, sino de manifestantes anticapitalistas de diversas tendencias políticas.
2. La táctica concreta de realizar acciones de este tipo en el seno de movilizaciones masivas no es nueva, sino que forma parte de una tradición de más de treinta años en las luchas sociales de Barcelona. Por otro lado, estos ataques no parten sólo de la rabia y la impotencia engendrada por la violencia cotidiana del sistema: también tiene un claro carácter consciente y político muy claro, definido por su potencial de agitación y expresión radical, en relación con el tipo de objetivos atacados y en el contexto de protesta en el que se realizan. En este sentido, es ridículo calificar de indiscriminados los sabotajes a coches y viviendas de lujo practicados en el barrio de la Bonanova, pues está muy clara la condición de clase que motivó estos ataques – y que por otro lado, daba sentido a la manifestación-.
3. Una cosa es decir que había policías con la cara tapada al final de la manifestación, y otra bien distinta es decir que los grupos de encapuchados que realizaban acciones eran policías. Quien sabiendo ciertamente una cosa, dice la otra, ataca la honestidad política más básica, genera suspicacias gratuitas y con su manipulación ayuda a la prensa en su estrategia de confusión y estigmatización de una herramienta tan necesaria como las otras: el sabotaje.
4. Quien recurre constantemente a la figura del ‘provocateur’ para excusar públicamente los disturbio y proteger su imagen, parece no darse cuenta que lo que hoy se pregunta la gente en los lugares de trabajo, en los parques y en los bares llenos de parados, no es porqué se producen disturbios, sino porqué NO se han producido con mucha más intensidad.
5. Haberse manifestado por los barrios más opulentos de la ciudad de Barcelona en plena crisis, donde viven algunos de los responsables políticos y económicos más poderosos del país, sin expresar de la forma más contundente nuestra rabia, hubiese supuesto infligirnos a nosotros mismos una humillación imperdonable. Por el contrario, el empuje y el espíritu combativo que dominó la marcha nos recordó la realidad de nuestra propia fuerza, ayudando a mantener viva la llama colectiva que se encendió en pasado 20 de septiembre.
6. Estamos de acuerdo con la necesidad de un fuerte servicio de orden en las manifestaciones, pero no para pacificar y desarmar aún más a los anticapitalistas, sino para defendernos de las maniobras policiales y poder atacar mejor.
7. Quien el pasado domingo centró su preocupación en los coches de lujo destrozados, haría mejor en pensar en él mismo y en su futuro, ya que si no construimos pronto una fuerza suficientemente amplia y radical, de aquí a poco nos podremos considerar muy afortunados de poder trabajar doce horas al día hasta los 70 años limpiando esos mismos coches por un sueldo miserable.
Adelante con las manifestaciones, las asambleas, los cortes de calles, las huelgas y las acciones.
Solidaridad con los detenidos el Primero de Mayo y con todos los demás represaliados.
Patricia Heras, ni olvido ni perdón.
Autónomos.
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