En general ver el telediario se convierte en un ejercicio de pasiva recepción de ideología. Las noticias de encadenan sin otro lazo entre ellas que la defensa del estado actual de las cosas y el mantenimiento del estado de miedo e inseguridad. Entre las noticias de los últimos días quiero destacar el macrodispositivo que la policía catalana organizó para detener a una multitud de rumanos acusadxs de robar cable de cobre. Si la destaco es porque el modo de presentarla no ofrece aparentemente resquicio para criticarla desde un punto de vista burgués. Se trata de delincuentes, sin ningún género de dudas, que deben ser apresadxs y encarceladxs. Y el papel del periodismo en esto es el de envolver la noticia en un aire de importancia incuestionable. Pero sí la voy a cuestionar. Y no desde los presupuestos burgueses de propiedad o legalidad. Hacerlo desde éstos impide ver el fondo de la cuestión.
El primer hecho es que lxs detenidxs no son precisamente gente adinerada. Vivían en las casas baratas del Poble Nou y seguramente son algunxs de esxs que vemos, cada vez más, por las calles cargando con todo tipo de metales. Y es que, en un mundo donde el dinero reina por encima de todo, cada cual se lo busca como puede y sabe. Y si lo hace de forma colectiva y organizada mejor, que cunde más.
Si la policía ha actuado y ha propagado su actuación por medio de sus lacayos es porque estas acciones afectan a gente en tanto que consumidores, a empresas y a la propia Administración. Cortes de cableado que implican cortes de suministración eléctrica, en sí mismos son actos de sabotaje. Cierto, que no reclamados como tales, pero sabotajes en tanto impiden la normal circulación de la mercancía (sea que impida espectáculos como el de la Semana Santa en Esparraguera, el normal funcionamiento de la señalización de tránsito con lo que eso implica o el consumo normal en una determinada zona).
Si bien la ciudadanía, como tales, se ven afectada en su vida diaria, saben que en un breve periodo de tiempo la empresa de distribución eléctrica se encargará de dar su servicio. No podrán ver la TV, no podrán escuchar la radio, no podrán congelar comida. Su vida social, no es la que se va a afectar. Básicamente porque no hay vida social ya. En todo caso sólo puede aumentar.
Pero lxs que sí se quejan con celeridad son lxs empresarixs. Y en esto da igual esa diferenciación que algunxs tienen tan a bien hacer siempre. Entre gran y pequeño empresario sólo hay una diferencia cuantitativa. El pequeño empresario ya lleva el germen de la mercantilización en él, y sus reivindicaciones siempre se darán en este marco de referencia. Por ejemplo, Unió de Pagesos, que tantas simpatías recaba en algunos sectores, pronto pidió un endurecimiento de las penas para los ladrones de cableado. Si por ellxs fueran, es posible que no les importase deportarlxs o exterminarlxs (aunque esto ya es más feo, es una cuestión de grado; al fin y al cabo encerrar un sujeto entre paredes de hormigón 10 años no es mucho mejor). Y es que la actual especialización por sectores, que no se relacionan unos con otros conduce a estas actitudes. Reivindicaciones siempre particulares. Como el sector del automóvil que anda quejándose de su suerte desde el inicio de la crisis. Si no se venden coches, será que no es necesario… Pero estos siempre andan prestos a pedir indemnizaciones y ayudas. Como todos los sectores mientras mantengan esa perspectiva parcial, que únicamente el Gobierno tiene la potestad de reunir en un todo administrador. Y ya sabemos lo que eso significa.
Pero lo que creo más destacado es la criminalización de la asociación de explotadxs. Por todos lados vemos cómo policía, jueces y fiscales se empeñan en penar con muchos más años la asociación de lxs explotadxs. Esto sirve, como bien sabemos, para engrosar las penas de lxs subversivxs acusadxs en todos los lugares del planeta (en países como España, Italia, Grecia, Chile o México, se viene padeciendo esa táctica hace un tiempo, fruto de las modificaciones legislativas de los códigos penales y sus interpretaciones más duras). Se habla de grupos armados terroristas o de mafias, conceptos ambos que funcionan muy bien para presentarlos ante la opinión pública. Pero exactamente lo mismo podría decirse de las asociaciones de capitalistas a lo largo y ancho del mundo. Y, por desgracia, éstos están más armados y más organizados. O, incluso, cayendo en lo humorístico, se podría decir de la familia tradicional (cada vez menos frecuente, por cierto). ¿No es el padre el que hace unas actividades y mantiene el orden en la casa? ¿no hace la mujer unas tareas específicas y distintas? ¿no están lxs hijxs supeditadxs a la jefatura de los dos superiores? ¿no tienen lxs abuelxs la función de adoctrinar al resto con su sabiduría? ¿no podríamos decir que son una mafia dedicada a la obtención de dinero? Eso sí, pero trabajando y de forma legal. Irrisorio…
Y que quede claro que decir organización no equivale a decir jerarquización, por más que se empeñen los periodistas, fiscales y demás purria defensora de las condiciones de miseria existentes. La organización de explotadxs es necesaria y deseable, y los que la criminalizan son nuestros enemigos. Lo mismo sea para delinquir, para conspirar o para defendernos del Estado-Capital, en el trabajo o fuera de él, con todos los medios, legales o ilegales.
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