Según informan personas presentes allí, alrededor de la 13:00 la marcha de estas dos mafias (dígoo, sindicatos) llegaba frente a la delegación del gobierno, donde pensaban dar por concluída la misma por medio de la lectura de un discurso. En ese momento, diez personas se concentraron frente a ellxs a una distancia de unos 30 m. aproximadamente con una pancarta en la que se hacía referencia a su despreciable actitud.
Al poco rato de desplegar la pancarta, las 10 personas fueron rodeadas por un desproporcionado dispositivo antidisturbios que procedía a identificarlas, al mismo tiempo que estas, lejos de amedrentarse por la presencia policial, seguían gritando por el megáfono sus consignas contra CC.OO. y UGT así como contra las reformas sociales pactadas por estos con el poder, momento en que los agentes amenazaron con detener a las 10 personas si no cesaban sus gritos.
Al poco rato de desplegar la pancarta, las 10 personas fueron rodeadas por un desproporcionado dispositivo antidisturbios que procedía a identificarlas, al mismo tiempo que estas, lejos de amedrentarse por la presencia policial, seguían gritando por el megáfono sus consignas contra CC.OO. y UGT así como contra las reformas sociales pactadas por estos con el poder, momento en que los agentes amenazaron con detener a las 10 personas si no cesaban sus gritos.
Además, el jefe del dispositivo, Silverio Blanco, de quién os hablaré luego (menudo historial tiene el bastardo este) ordenó que uno de los furgones policiales en el que se habían desplazado los antidisturbios se colocase justo delante de la concentración para así, evitar que se viese. Ante esto, los y las activistas allí concentradxs decidieron moverse unos metros y concentrarse de nuevo, lo que provocó un enfado policial que derivó en más amenazas y en que el furgón también se moviese. No obstante, en esta segunda ocasión se estrechó mucho más el cerco policial, llegando a darse encontronazos y empujones por parte de agentes de la Unidad de Intervención Policial hacia varias personas.
No contento con esa humillación, Silverio Blanco, fuera de sí, se puso a rebuznar que todxs lxs allí concentradxs quedaban detenidxs. Minutos después llegó allí un coche patrulla, donde fueron introducidas dos personas, repitiéndose la misma operación una vez más pasados unos minutos.
Lxs 4 detenidxs fueron trasladadxs a la jefatura de policía, ubicada en la calle Mendez Núñez, donde mientras permanecieron en custodia se volvieron a encontrar con Silverio, quien mostraba un serio cabreo mientras recriminaba a sus hombres el haber detenido sólo a 4 personas y no a todxs lxs que él había ordenado
Las personas detenidas permanecieron hasta las 18:30 en dependencias policiales, hora a la que fueron puestas en libertad, pesando sobre ellas una futura citación judicial para un presunto delito de (ojo al dato) atentado contra las libertades públicas, al intentar impedir el libre derecho de manifestación de CC.OO. y UGT.
¡Hay que joderse!, ¿y todas las manifestaciones que nos habéis prohibido porque sencillamente no os gustaba el contenido?, ¿eso no es atentado verdad?, ¿qué pasa?, ¿esxs bastardxs vende-compañerxs pueden manifestarse y a nosotrxs, por proponer una iniciativa autónoma como era el bloque anticapitalista, nos desplegáis a lxs maderxs de toda la ciudad?, ¿dónde está vuestra ley?, ¿sólo funciona para los sindicatos y organizaciones que os ponen el culo en pompa no?. Antes de juzgar a nadie miraos al espejo miserables.
En fin, por último, mencionar que el jefe de dispositivo, Silverio Blanco, es un curioso personaje que además de un serio problemita de autocontrol, tuvo ya varios juicios contra su persona por casos de violencia desproporcionada contra diversos colectivos sociales (como la okupa Casa de la Muntanya, en Karcelona) o contra personas concretas, además de demostrar una absoluta ineptitud para gestionar las diferentes situaciones en las cuales asumió el mando de los UIP.
Dejo unos links para más info de la trayectoria delictiva (sí, la policía también comete delitos ¿eh?, lo que pasa es que no salen en la tele) del tipejo este:
En fin, una vez más, asistimos a la democracia que nos ofrecen las élites neoliberales, la democracia del vota y calla, la democracia del compra y no pienses, de las masas drogadas con novedad, de la sociedad-simulacro, la democracia de un mundo plastificado y asqueroso construído a base de imágenes y de cristales de escaparates que distorsionan totalmente nuestro alrededor, un mundo psiquiatrizado y enfermizo poblado por miradas vacías, caminando como zombies por cárceles llamadas ciudades, turbas ignorantes que se preguntan la razón de su existencia, movidas por instinto, arrojando sus deseos al abismo de la desesperanza y sustituyéndolos por una razón única y comercial.
Pero el vaso se está colmando y vuestra represión lejos de amedrentar la resistencia, sólo acelera la explosión de la rabia. Nos habéis mentido, nos prometistéis una vida sin preocupaciones y una felicidad que no existen para toda esa gente que está en el paro o ganando un sueldo de miseria por producir vuestros beneficios. Este mundo es mentira, eso es lo que vivimos, una mentira. Nuestra vida no es nuestra, es de los bancos que venden nuestro tiempo y nuestra fuerza de trabajo como más les interesa, quitándonos tiempo para relacionarnos, para conocer gente, para disfrutar, para ir a un acantilado en un día de sol y gritar bien alto. Nos obligan a trabajar de sol a sol para que unxs cuantxs puedan vivir como marqueses sin dar un puto palo al agua al mismo tiempo que persiguen y aplastan todo intento de construir un mundo en el cual el trabajo sea una labor comunitaria, realizada por todxs para todxs. Nos han obligado a hipotecar nuestra existencia, a esperar la jubilación para luego ceñirnos a su muerte anunciada, tristes péndulos oscilando entre el insomnio y la muerte por la calle de ciudades muertas que sólo se ven iluminadas por los semáforos que no son sino una metáfora de esta existencia vacía e insatisfactoria, dónde un binario código nos dice cuándo podemos dar un paso adelante o cuándo tenemos que bajar la cabeza.
Hay muchos centros comerciales llenos y muchos estómagos vacíos, es hora de repartir la miseria que vuestra cruel realidad ha generado.
Nos llamáis violentxs pero vosotrxs nos habéis robado el futuro. Violencia es tener que tragarnos más y más pastillas y fármacos para poder sobrellevar la pesadilla de vuestra rutina deshumanizadora y alienante, violencia son vuestras guerras, provocadas por intereses comerciales contra un terrorismo que sólo aparece en televisión, en una televisión que vosotrxs censuráis y controláis a placer, violencia es un niño muerto de sobredosis de pegamento en cualquier suburbio, violencia es un sistema que ha dejado en la más absoluta pobreza a casi la mitad de la población mundial, mientras unxs cabronxs continúan amasando más y más millones de euros. Porque no dejaremos que secuestréis nuestras almas en las sórdidas estanterías de vuestros centros comerciales y sobre todo, porque no somos mercancías y no dejaremos que un puto código de barras nos sirva de inscripción lapidaria.
Nuestros sueños no se venden en grandes superficies, os estamos perdiendo el miedo.
Contra el capital, ¡guerra social!.
Info extríada de La rebelión de las palabras.
Hay muchos centros comerciales llenos y muchos estómagos vacíos, es hora de repartir la miseria que vuestra cruel realidad ha generado.
Nos llamáis violentxs pero vosotrxs nos habéis robado el futuro. Violencia es tener que tragarnos más y más pastillas y fármacos para poder sobrellevar la pesadilla de vuestra rutina deshumanizadora y alienante, violencia son vuestras guerras, provocadas por intereses comerciales contra un terrorismo que sólo aparece en televisión, en una televisión que vosotrxs censuráis y controláis a placer, violencia es un niño muerto de sobredosis de pegamento en cualquier suburbio, violencia es un sistema que ha dejado en la más absoluta pobreza a casi la mitad de la población mundial, mientras unxs cabronxs continúan amasando más y más millones de euros. Porque no dejaremos que secuestréis nuestras almas en las sórdidas estanterías de vuestros centros comerciales y sobre todo, porque no somos mercancías y no dejaremos que un puto código de barras nos sirva de inscripción lapidaria.
Nuestros sueños no se venden en grandes superficies, os estamos perdiendo el miedo.
Contra el capital, ¡guerra social!.
Info extríada de La rebelión de las palabras.
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