Durante los últimos meses las cúpulas de UGT y CCOO vienen empuñando la bandera de la guerra debido a los recortes sociales que se vienen sucediendo y los que se preparan. Que si ‘otoño caliente’, que si huelga general, que si que el Gobierno se vaya preparando… El otoño ya casi ha pasado (y con él más despidos baratos, más ERE’s, más malabarismos de los trabajadores para conservar nuestros derechos en los convenios), y sus amenazas de romper la baraja en nuestro favor, se quedan en casi nada. Sus actuaciones se han reducido a una huelga general que, a pesar de ser un éxito en sus propias palabras, no ha conseguido que el Gobierno modifique absolutamente nada de una reforma laboral ya aprobada antes de la misma[1], a las manifestaciones verbales que de cuando en cuando hacen, a concentraciones el día 15-D de los delegados y pocos más, y a una manifestación el 18-D que no pasó de ser un desfile triste y descolorido con aires de pataleo por lo perdido (eso sí, vigilando que nadie se descantillase y estuviesen todos tranquilitos cual cordero camino del matadero). Este tipo de manifestaciones no calientan nada, más bien desmovilizan. Parece que hayan calado las interminables excusas de la crisis mundial y haya la conciencia de lo necesariamente perdido, que uno ya da por sentado que no hay nada que hacer, lo único patalear para que no sea demasiado lo que nos quiten. Y patalear a través de los llamamientos de los que dicen representarnos, que precisamente saben bien que si se quiere mantener el circo del capital, éstas son las medidas a aplicar. Otras medidas de corte más radical implican repensarlo todo. Y eso sí es un peligro. Así es que tocamos lo imprescindible, nos quejamos un poquito para que nos tengan en cuenta, como trabajadores, nos apretamos el cinturón y a pasar la crisis que en 2 ó 3 años ya se habrá acabado. O no. En cualquier caso, las medidas aprobadas no volverán atrás, porque la historia no tiene vuelta atrás. Ya lo sabemos. Nos jubilaremos más tarde, más barato, nos echarán con más facilidad… En definitiva seremos un poco más esclavos de un sistema autónomo que nos engulle y nos escupe sin ningún tipo de piedad.
Como consecuencia de esto, por un lado pronunciamos nuestro desprecio por los que dicen luchar por nuestros derechos y no hacen un carajo. El capital se impone sobre nosotros, y ellos son sus cómplices por acción y por omisión. Se esconden detrás de palabras altisonantes y declaraciones exaltadas, pero la verdadera realidad es que pasa el tiempo y las medidas se van aprobando sin oposición. Si quieren oposición que convoquen la huelga de una vez. ¿qué esperan? Que la aprueben la medida como en la anterior huelga… Que se genere el estado de ánimo adecuado, las condiciones adecuadas… Si tampoco han hecho nada por generarlas… Y si ahora no se dan las condiciones, ¿cuándo se van a dar? Afortunadamente cavan su propia tumba con su actitud. Pocos confían en ellos para modificar cualquier cosa a estas alturas.
Por otro lado apelamos a los compañeros de las bases de los sindicatos, sean cuales sean, a que tomen cartas en los asuntos que nos incumben a todos, como trabajadores, y no deleguen más las decisiones de las movilizaciones en gente que se dedica a escenificar una lucha meramente aparente y quién sabe si ya pactada de antemano. Ahora mismo, hay conflictos laborales en cada lugar de trabajo y hay que mojarse. Participar de las asambleas, proponer acciones, enfrentarse a los que nos niegan nuestras posibilidades de acción, a los que mienten, a los que confunden deliberadamente o no, relacionar los conflictos con la situación global, solidarizarse de verdad con los que son señalados o penalizados, etc. De lo contrario pagaremos el pato todos.
Por un movimiento de base que destierre a los que escenifican la oposición a los recortes!!
Por una huelga general salvaje y descontrolada de los trabajadores!!
Por la autogestión generalizada!!
[1] En mi opinión la huelga fue importante cuanto a participación activa, con acciones de piquetes que se descontrolaron en buena medida en algunas partes de la península y que en algunos lugares mostraron la medida del descontento de buena parte de los trabajadores con la situación que se está conformando. Haberla alargado hubiese sido una buena prueba de la fuerza de los trabajadores y habría complicado de verdad la situación para el Estado y el capital que sustenta.
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