El progreso se ha desarrollado tanto y se ha extendido tanto y dependemos tanto de él que cuando llega el invierno con sus nevadas, lluvias y viento, la economía entera se resiente y hay que poner en marcha todos los mecanismos de defensa. Los políticos de la Unión Europea declaran estar ‘extremadamente preocupados’. La máquina del consumo no está lo suficientemente engrasada. No se podrá gastar lo previsto para recuperar una economía ya bastante jodida. El anticongelante no llega, no hay sal suficiente, las máquinas quitanieves no dan abasto, los aviones no salen, los trenes parados, las carreteras colapsadas. Y encima algunos trabajadores se ponen en huelga. ¿No entienden que la economía depende de ellxs? ¿Que cualquier sector depende de otros? ¿O es que lo han entendido demasiado bien? La visión de la máquina económica pisotea la del hombre. Para ella sólo somos y seremos piezas al servicio de un engranaje que precisa de nosotrxs, pero que no es ajeno. Algunxs, cansadxs de tanto vociferio y alarmismo, de ser parte del automatismo económico, de ser remitidos al polo pasivo del consumo, conspiraremos para que la crisis se agudice allá donde se den los síntomas de la disolución del capitalismo.
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