Ayer G. Papandreu, primer ministro de Grecia, asimiló la situación que vive el pais a un estado de guerra. Cuando los políticos, expertos en retórica y en maquillar sus discursos con palabras adecuadas a sus fines, hablan abiertamente de guerra es que están con el agua al cuello. Y cuando están en esas condiciones siempre aprietan más el cuello de sus súbditxs. Ahora se inventan otro impuesto para gravar más a la gente. Eso sí con llamamientos a la salvación del pais, de la economia, del poder de competir con el resto de Estados en la absurda carrera del desarrollo capitalista. Pintan bastos porque el imperio alemán quiere que se salgan del corralito de Europa (la económica, claro; la otra a pocos importa) y se despeñen por el precicipio (del que tanto se habla hoy día) ellos solos. Lo que se desprende de las noticias revela la lucha por mantener (y ampliar si se está en condiciones, como es el caso de Alemania) la parcela de poder a la que se tiene acceso. La plutocracia griega pelea por mantener a Grecia bajo su influencia, o en todo caso al menos tener un lugar asegurado en el entramado del poder.
Mientras tanto, muchxs se ven obligadxs a tomar cartas en el asunto. La situación les obliga a tomar partido y vivir la guerra, que ya hace tiempo está en juego. Médicos, farmacéuticos, taxistas, funcionarios encargados de cobrar impuestos, de aduanas, trabajadorxs de la empresa nacional de electricidad, etc. Habrá que ver hasta donde llega su toma de partido, su interpretación de la enésima vuelta de tuerca del capital, y por supuesto cómo se organizan. Por el momento paros, huelgas, sabotajes, es lo que hacen y con lo que amenazan. La amenaza de no pagar el trabajo que se hace (afirman desde el Gobierno que no hay pasta para pagar las pensiones y los sueldos de los funcionarios a partir de octubre) no ha hecho sino encender más los animos. El equilibrio entre apretar el cuello para amenazar y matar de asfixia es frágil y cuando unx sabe certeramente que le matan...
Otrxs ya hace tiempo que han tomado partido en la guerra. Ataques con cócteles molotov a los polis o a tiendas como Benetton o Marks and Spencer en Atenas, o a bancos como en Tesalónica estos días, demuestran que la guerra en curso no va a parar, sino que va a agudizarse.
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