'Una sociedad que ha abolido la aventura convierte la abolición de esta sociedad en la única aventura posible'

miércoles, 23 de marzo de 2011

De nuevo los vendedores de humo


Ya os habréis dado cuenta de que han vuelto los vendedores de humo. Los de las palabras vacías y artificiales programadas de antemano por sus asesores. Han vuelto los políticos y sus campañas electorales. Esos patéticos personajillos que salen por todos lados para prometer cambios para el futuro. Lo que no dicen es que no serán para mejor. Según su distinta procedencia venden productos distintos. Unos venden seguridad individual frente a los peligros del mundo. ¿Quién no puede conseguir hoy día unos cuantos votos prometiendo proteger a los demás de los peligros que nos depara el futuro? El problema es que ellos son en buena medida el peligro mayor. La mayoría venden esperanza. Esperanzas de progreso (como si no supiéramos lo que viene significando eso…), de un futuro mejor, de un cambio sobre lo que había antes, de un cambio de valores, de un futuro verde, de una mejor gestión, blablabla. Si en algo coinciden todas las propuestas es en el cambio sobre sus predecesores. Y precisamente si en algo se asemejan todos es en que cada vez que ha habido alternancia política las cosas han seguido, en lo fundamental, igual. Y otras peor.
Así que ya se sabe. Nos quedan unos cuantos meses para ver sus caretos en las pancartas publicitarias de hipócritas vendemotos o de convencidos profetas del nuevo mundo. O si tienes suerte los puedes ver por la calle lo justo para gritarles y escupirles que son cómplices de lo que vivimos hoy día y que ya no creemos en ellos. Que la esperanza de una gestión mejor nos importa un huevo porque no la hacemos nosotros mismos. Que la esclavitud asalariada y su zanahoria del consumo no nos convence en lo más mínimo. Que ellos son culpables de lo que pasa. Ellos, pero no sólo ellos. Los buenos ciudadanos que siguen pensando que este es el mejor de los mundos vivibles y no piensan mover un dedo por cambiar nada, esos que cada cuatro años votan porque ‘es un derecho conseguido tras muchos años de dictadura’, esos que siguen sosteniendo las mismas relaciones que permiten que el sistema se mantenga, esos también son parte del problema. Menos responsables, pero indispensables para que todo esto funcione. Es la servidumbre voluntaria.

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