'Una sociedad que ha abolido la aventura convierte la abolición de esta sociedad en la única aventura posible'

miércoles, 1 de junio de 2011

‘Crisis del pepino’

Consejera de agricultura de Andalucia tranquilizando a consumidores
Cuando hablamos de la destrucción de la Economía, de la abolición de la mercancía y del dinero, del fin de la dictadura de los Mercados, no lo hacemos por simple retórica. Nos referimos a los problemas en cadena que este tipo de sociedad, la capitalista, generan.
Un ejemplo concreto lo tenemos con la crisis que ha generado la muerte por infección por E. coli de varias personas en el norte de Alemania.
Partiendo de la producción y el consumo en masa, y de la transnacionalización de la producción, distribución y comercialización de las mercancías (entre ellas los alimentos) asociada, vemos que es inevitable que esto ocurra y que se impidan las consecuencias que ha acarreado. Una producción como la actual, masificada y globalizada, implica para empezar la creación y el mantenimiento de una actividad de control y certificación de éste. Además requiere una elevada especialización de las actividades (recogida del fruto, limpieza, separación, control, embalaje, transporte, etc), así como un gigantesco gasto en materiales de almacenaje (plástico, cajas, etiquetaje, que luego serán desechados).
Así es como por un suceso, trágico, en Alemania se paraliza todo un sector dependiente. Todo ello mediado, como no, por los medios de comunicación de masas que siempre andan atentos a dar cabida a todo tipo de especulaciones y cuanto antes mejor (cosa de la competencia), sin olvidar los intereses comerciales nacionales y la posibilidad de iniciar y avivar las especulaciones en base a estos.
Los resultados: recogida de pepino paralizada en un país (y quizás de otras hortalizas), paralización de la línea de producción de la mercancía con el consecuente almacenaje y posterior destrucción del producto, paralización de la actividad de distribución asociada (transportistas), exigencia de indemnizaciones interestatales y europeas. Suponemos que, si el problema durase más tiempo, implicaría despidos en los niveles más bajos de la cadena (recogida del producto) y aumento de burocratización en lo más alto. Menos trabajo a los que producen y más trabajo a los que gestionan. ¿y los consumidores? Mientras haya pepinos que llevarse a la boca…
Este esbozo del panorama que traigo a colación de la ‘crisis del pepino’ da cuenta de la sociedad en que vivimos. ¡Lo que se ha conseguido hacer preciso para comernos una ensalada! Una ensalada, que además, por lo mismo, estará generosamente regada de múltiples productos químicos sanísimos para el organismo.
Si esto no es para plantearse cambiar, de arriba abajo (no por capricho, sino porque no queda otra; no valen reformas posibles a este funcionamiento tecnificado, globalizado y burocratizado) el sistema capitalista…

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