Hace unos meses muchas personas se escandalizaban al ver las imágenes de la brutal represión de las revueltas árabes. Eso es algo que sólo puede pasar en teocracias y dictaduras tercermundistas, decían algunos, nada que ver con las sólidas democracias occidentales, tan respetuosas de los derechos humanos. Hace unos meses muchas personas se escandalizaban al ver las imágenes de la brutal represión de las revueltas árabes. Eso es algo que sólo puede pasar en teocracias y dictaduras tercermundistas, decían algunos, nada que ver con las sólidas democracias occidentales, tan respetuosas de los derechos humanos. En este mundo, la ingenuidad es algo que se puede pagar con la vida, o al menos con una brecha en la cabeza, un par de noches en un calabozo y una acusación de atentado contra la autoridad. Algunas personas quizás hayan aprendido estos días, y por la vía rápida, que la policía no está para defendernos.
Otrxs, quizás con un mejor conocimiento de nuestra historia o simplemente con más experiencia, sabían que la represión y la violencia policial no son algo propio de las dictaduras, sino que son intrínsecas a la existencia de un Estado. El monopolio de la violencia por parte del Estado sirve a unos fines concretos que muchos parecen olvidar: el mantenimiento del orden vigente (al margen de su legitimidad) y de los privilegios de unos cuantos sobre el resto de la población. Y para mantener ese orden no dudarán en disparar contra la multitud llegado el caso, como ya ha sucedido en otras ocasiones. A modo de ejemplo citemos la masacre de Vitoria el 3 de marzo de 1976, cuando la policía disparó contra una asamblea reunida en una iglesia y asesinó a cinco personas e hirió a más de cien. Los principales responsables políticos de aquellos asesinatos, Manuel Fraga y Rodolfo Martín Villa, se han reído de las víctimas durante años sin que nadie les haya tosido. Esta es su democracia real.
No vamos a comparar la represión que existe en Siria (donde son ya varios los centenares de muertos) o en otros lugares o momentos históricos, con la que ha tenido lugar estas últimas semanas en el Estado español. Evidentemente el grado de represión es muy diferente, aunque no olvidemos que se trata solo de eso, de diferentes grados de una misma escala y que, según la marcha de los acontecimientos, no dudarían en volver a utilizar las armas de fuego para reprimir una lucha legítima.
Aquí todavía no han asesinado a nadie (nos referimos a las últimas movilizaciones, no olvidamos que cada año mueren varias personas por un disparo “accidental” de un policía o en circunstancias oscuras en comisarías y cárceles de todo el Estado), pero han estado a punto de hacerlo. Un compañero sigue muy grave después de ser intervenido de urgencia tras el desalojo de la Plaça Catalunya. Una pelota de goma, disparada a menos de dos metros de distancia según numerosos testigos, impactó contra su vientre y le reventó el bazo. La policía, las administraciones y los medios de comunicación han silenciado este hecho, como trataron de ocultar las imágenes de la brutal represión en Barcelona y otras ciudades del Estado. Responsabilizamos de los hechos no sólo a los mossos y al conseller Puig, sino también a todos aquellos que conscientemente han colaborado con la violencia policial, la han aplaudido o han tratado de silenciarla. Todos ellos son responsables y habrán de responder algún día.
Ante esta escalada de violencia y represión frente a la autoorganización popular queremos alertar de la amenaza de infiltración policial en el movimiento. Varios “secretas” han sido detectados en el campamento de Sol robando información (números de teléfono, emails, etc.) y alterando el funcionamiento de algunas asambleas. Llegada la ocasión aprovecharán la confusión para provocar disturbios que justifiquen a posteriori su violencia o le colocarán una mochila llena de cócteles molotov a algún compañerx (no fantaseamos, esto ya ha ocurrido en otras ocasiones).
Querrán dividirnos entre buenos y malos, pacíficos y violentos, cuando la verdadera violencia es aquella a la que estamos sometidos a diario. No podemos permitirlo Frente a su violencia y sus montajes policiaco-judiciales hemos de responder con una sola voz. No podrán parar nuestra lucha.
En Túnez, El Cairo, Barcelona, Atenas, París o Madrid: nuestra lucha es una y la misma.
Solidaridad con todxs lxs compañerxs presxs.
Solidaridad con lxs compañerxs golpeadxs, torturadxs y detenidxs en Barcelona, LLeida, Granada, Paris y en el resto del Estado.
Solidaridad con lxs familiares y amigxs de Patricia Heras, víctima de un montaje policial.
Por el sobreseimiento de la causa contra todos los detenidos en las movilizaciones iniciadas el 15-M.
El pueblo juzgará algún día a sus verdugos.
Si tocan a unx nos tocan a todxs
¡Todo el poder a las asambleas!
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