Este documento, abierto a ser debatido y mejorado, pretende servir de guía elemental para activistas dispuestxs a defender la libertad de expresión, manifestación y rebelión.
”Si destrozamos todo entenderán que estamos nerviosos y que queremos que las cosas cambien ya. Si hablamos amablemente los poderosos se burlarán de nosotros... no tenemos ningún medio de expresión, ahora esta es nuestra forma de hacer correr el mensaje”.
[Declaraciones de un casseur tras los enfrentamientos con la policía en una manifestación por el derecho a la educación, París octubre 1998]
La capucha es nuestra amiga.
En las manifestaciones la policía suele utilizar cámaras de vídeo y de fotos. Graban las acciones de los activistas para reconocerlos y así tener ”pruebas” que les imputen en un futuro juicio. Otras veces directamente graban a un bloque de manifestantes de una organización determinada como forma de control y recogida de información. También pueden servir como prueba las imágenes captadas por los periodistas de la prensa. Un pañuelo o una bufanda obstaculiza este accionar de la policía. Una braga militar también sirve, pero no es una prenda tan “común” y si la policía te detuviera durante una manifestación o tras ella, no dudaría en acusarte de ”tirapiedras”. Asimismo, en estos casos es aconsejable no llevar demasiadas ”pintas”, es decir, que por la estética se intente pasar por ”ciudadanos corrientes”.
Los medios de comunicación del poder criminalizan la capucha justamente por su alta efectividad antirrepresiva.
Protección legal.
En algunas manifestaciones, los convocantes disponen de una ”comisión legal”. Esta comisión la componen uno o varios abogados vinculados a la organización. En caso de que los organizadores repartan octavillas con los teléfonos de estos abogados, no dudes en coger una. En cualquier caso lo más recomendable es apuntarse el teléfono en el brazo u otro lugar del cuerpo por si la policía te cachea y te quita lo que lleves encima o lo pierdas.
Estos abogados estarán atentos al teléfono por si hay detenidos. Para las manifestaciones en las que no hay ”comisión legal”, y sobre todo en general para la gente joven, lo recomendable es estar activo en alguna organización política que tenga contacto con abogados (además de que la lucha anticapitalista, cuanto mejor organizada, más efectiva). Si te detienen, lo primero que debes intentar es ponerte en contacto con un abogado para que desde fuera se sepa que has sido detenido y se pueda empezar a trabajar por tu liberación.
La estrategia policial.
Una vez que los antidisturbios tienen orden de cargar, en ocasiones la línea policial se abalanza a golpes sobre los manifestantes desde un solo lado; a veces desde varios a la vez para provocar el pánico. Si la manifestación es masiva, pueden utilizar varias líneas para “dividir el bloque en partes”. Otras veces simplemente sacuden sus escudos con sus porras mientras avanzan lentamente.
Todo depende de la estrategia represiva que tengan. En la mayoría de los casos lo que buscan es la ”dispersión”, es decir, que la gente corra presa del miedo y se disgregue.
Aquí es importante mantener la calma y llamar a la calma (por ejemplo, con los brazos levantados) a la gente que tengamos a nuestro alrededor. Si observamos que la distancia entre los antidisturbios y los manifestantes es prudente, llamar a la calma hace que la gente se tranquilice y tome conciencia de que su situación inmediata no corre peligro, pues es normal que en momentos de pánico se tienda a correr sin detenerse a mirar atrás aunque la policía esté aún a mucha distancia. La comunicación y cooperación en esos momentos es muy importante. También se ha de tener en cuenta que los antidisturbios son más lentos que nosotros, por su vestuario y equipamiento.
Cuánto más tiempo aguantemos si ceder terreno a la policía, más cuotas de libertad estaremos expropiando al estado; tengamos en cuenta que las cargas policiales no suponen otra cosa que un intento de coartar nuestra libertad de expresión. Lo que expresamos en las manifestaciones, la acumulación de fuerzas que supone, y el mensaje que con ellas se quiere transmitir, se ven abortados salvajemente por la represión policial. Los enfrentamientos callejeros no son sino una respuesta enfurecida a esta represión y una defensa firme de nuestra libertad de expresión.
Cómo frenar el avance policial.
Una vez iniciados los enfrentamientos, para aguantar la posición los diferentes grupos de manifestantes pueden utilizar varios métodos:
- Lanzamiento de objetos. Piedras, adoquines o escombros (sobre todo las grandes ciudades están llenas de obras. Buscad un contenedor de escombros).
- Botellas. Es muy efectivo volcar los contenedores de botellas. Uno de ellos proporciona ”munición” a decenas de manifestantes durante aproximadamente un cuarto de hora.
- Cócteles Molotov. Lo más fácil es utilizar una botella de cristal de medio litro, llenar tres cuartas partes con gasolina, cerrar bien la botella y atar una tira de trapo en el cuello del recipiente. Llevar a mano una pequeña botella sólo con gasolina. Segundos antes de lanzar el molotov, mojar el trapo con la gasolina y encenderlo con un mechero. Puede impresionar la llamarada del trapo, pero si cogemos la botella con cuidado no nos quemaremos. Se puede usar un guante para minimizar las posibilidades de accidente. Al lanzar la botella, se romperá el cristal y la gasolina hará contacto con el fuego del trapo, causando una explosión de un radio de un metro y medio a 2 metros, aproximadamente.
- Bloqueo de calles. Esto es efectivo sobre todo para obstaculizar el avance de los furgones policiales. Puede servir cualquier cosa, cubos de basura, papeleras, vallas de obras, etc. Pero tengamos en cuenta que un furgón policial puede abrirse paso ante una barricada compuesta por estos materiales ”livianos”, si se lo propone. Por eso, lo más efectivo para este caso es cruzar coches: entre varios manifestantes (mínimo 4 ó 5), agarrar el coche por uno de los extremos (la parte delantera o trasera), contar ”uno, dos y tres” y levantar. En cuatro o cinco veces que se repita este proceso el coche habrá quedado en medio de una calle. Esto ralentiza el avance de los furgones de antidisturbios y da tiempo a los manifestantes para pensar y reorganizarse.
- Quema de vehículos. Esto se realiza para retrasar aún más el avance de la policía, si bien nosotros sólo lo recomendamos en casos de extremo peligro para los activistas. La destrucción de un coche puede afectar a personas (propietarios de estos) que se encuentran en la misma condición de opresión que nosotros y ese no es el objetivo. El objetivo es contrarrestar la represión policial. En casos en que la integridad física de los activistas esté en sumo peligro (momentos de violencia policial salvaje u operaciones represivas a gran escala, como las desatadas en las cumbres antiglobalización) entonces sí estaría legitimado. Por supuesto, van mucho antes las personas que las cosas.
Tengamos en cuenta que no siempre es necesario utilizar un coche para este tipo de acción incendiaria; también se pueden buscar elementos alternativos, como cubos de basura o materiales de un contenedor (muebles viejos, tablas, etc).
- Descentralizar la acción. Otra de nuestras bazas es crear diferentes focos autónomos de resistencia, desbordando el esquema represivo de los antidisturbios. Si nos movemos a menudo en grupos pequeños a los helicópteros policiales les cuesta más localizar los puntos ”calientes”, lo que entorpece la comunicación y coordinación de los agentes a pie. Esto nos da un tiempo valioso para actuar.
- Esquivar a la policía, atacar las estructuras capitalistas. En ocasiones en que la represión policial es especialmente dura e indiscriminada, conviene cambiar la táctica del enfrentamiento: en vez de atacar a las unidades policiales, atacamos las estructuras capitalistas más destacadas, como por ejemplo sucursales bancarias o comercios pertenecientes a grandes empresas (Telefónica, McDonalds, ETTs, etc).
Un ejemplo de esto es lo que ocurrió durante la manifestación contra el Día de la Hispanidad en Barcelona (12 de octubre 2002), donde la policía fue totalmente desbordada. Tras las cargas policiales los antifascistas se dividían en grupos pequeños, se disolvían por calles aledañas cruzando coches y contenedores para frenar el avance de los antidisturbios, y se volvían a reunir poco después en una de las calles céntricas. Entonces disponían de varios minutos para atacar ferozmente estructuras capitalistas mientras los antidisturbios se reorganizaban y trataban de llegar hasta los activistas. La estrategia se cambió: en vez de atacar a la policía se les bloqueó, mientras los atacaban sedes del capital. Nuevamente el precio que pagó el poder por reprimir una manifestación legítima fue alto.
Subrayamos la necesidad de cuidar mucho el no atacar al pequeño comercio. Lo que expresamos con este tipo de enfrentamiento debe llegar con claridad a la población y despertar su simpatía en lo posible.
La empresas de comunicación llaman a las sucursales bancarias ”símbolos”, si bien son más que eso. El capitalismo no se desarrolla y fortalece por arte de magia; el orden establecido tiene unos espacios físicos de funcionamiento, sin ellos, no podrían hacer partícipes a los ciudadanos de su enriquecimiento. Si los atacamos, no estamos haciendo desaparecer el capitalismo (eso es obvio), sin embargo estos espacios se ven afectados y retrasamos la actividad económica. Una hora o un día de retraso, es dinero que las empresas pierden.
La policía desaloja casas okupadas no porque sean ”símbolos”, sino porque forman parte de la estructura del movimiento anticapitalista. Y de la misma forma que tras un desalojo se puede producir otra okupación, tras un ataque a una sucursal bancaria, ésta es arreglada poco después con dinero (algo que a los capitalistas les sobra gracias a que disponen de todos estos espacios). En este caso, el objetivo es afectar todo lo posible la actividad económica como protesta por la represión, así como visibilizar quiénes son los responsables y los beneficiarios de esta economía capitalista de explotación y muerte.
Aviso:
Este manual no pretende anteponer la acción violenta al trabajo de base, pacífico, local, cotidiano. Es sencillamente un instrumento de lucha, un medio, una herramienta. Barricadas sí, pero con conciencia y enmarcadas en un proyecto de transformación a largo plazo que priorice la construcción de tejido social autónomo y rebelde.
[Declaraciones de un casseur tras los enfrentamientos con la policía en una manifestación por el derecho a la educación, París octubre 1998]
La capucha es nuestra amiga.
En las manifestaciones la policía suele utilizar cámaras de vídeo y de fotos. Graban las acciones de los activistas para reconocerlos y así tener ”pruebas” que les imputen en un futuro juicio. Otras veces directamente graban a un bloque de manifestantes de una organización determinada como forma de control y recogida de información. También pueden servir como prueba las imágenes captadas por los periodistas de la prensa. Un pañuelo o una bufanda obstaculiza este accionar de la policía. Una braga militar también sirve, pero no es una prenda tan “común” y si la policía te detuviera durante una manifestación o tras ella, no dudaría en acusarte de ”tirapiedras”. Asimismo, en estos casos es aconsejable no llevar demasiadas ”pintas”, es decir, que por la estética se intente pasar por ”ciudadanos corrientes”.
Los medios de comunicación del poder criminalizan la capucha justamente por su alta efectividad antirrepresiva.
Protección legal.
En algunas manifestaciones, los convocantes disponen de una ”comisión legal”. Esta comisión la componen uno o varios abogados vinculados a la organización. En caso de que los organizadores repartan octavillas con los teléfonos de estos abogados, no dudes en coger una. En cualquier caso lo más recomendable es apuntarse el teléfono en el brazo u otro lugar del cuerpo por si la policía te cachea y te quita lo que lleves encima o lo pierdas.
Estos abogados estarán atentos al teléfono por si hay detenidos. Para las manifestaciones en las que no hay ”comisión legal”, y sobre todo en general para la gente joven, lo recomendable es estar activo en alguna organización política que tenga contacto con abogados (además de que la lucha anticapitalista, cuanto mejor organizada, más efectiva). Si te detienen, lo primero que debes intentar es ponerte en contacto con un abogado para que desde fuera se sepa que has sido detenido y se pueda empezar a trabajar por tu liberación.
La estrategia policial.
Una vez que los antidisturbios tienen orden de cargar, en ocasiones la línea policial se abalanza a golpes sobre los manifestantes desde un solo lado; a veces desde varios a la vez para provocar el pánico. Si la manifestación es masiva, pueden utilizar varias líneas para “dividir el bloque en partes”. Otras veces simplemente sacuden sus escudos con sus porras mientras avanzan lentamente.
Todo depende de la estrategia represiva que tengan. En la mayoría de los casos lo que buscan es la ”dispersión”, es decir, que la gente corra presa del miedo y se disgregue.
Aquí es importante mantener la calma y llamar a la calma (por ejemplo, con los brazos levantados) a la gente que tengamos a nuestro alrededor. Si observamos que la distancia entre los antidisturbios y los manifestantes es prudente, llamar a la calma hace que la gente se tranquilice y tome conciencia de que su situación inmediata no corre peligro, pues es normal que en momentos de pánico se tienda a correr sin detenerse a mirar atrás aunque la policía esté aún a mucha distancia. La comunicación y cooperación en esos momentos es muy importante. También se ha de tener en cuenta que los antidisturbios son más lentos que nosotros, por su vestuario y equipamiento.
Cuánto más tiempo aguantemos si ceder terreno a la policía, más cuotas de libertad estaremos expropiando al estado; tengamos en cuenta que las cargas policiales no suponen otra cosa que un intento de coartar nuestra libertad de expresión. Lo que expresamos en las manifestaciones, la acumulación de fuerzas que supone, y el mensaje que con ellas se quiere transmitir, se ven abortados salvajemente por la represión policial. Los enfrentamientos callejeros no son sino una respuesta enfurecida a esta represión y una defensa firme de nuestra libertad de expresión.
Cómo frenar el avance policial.
Una vez iniciados los enfrentamientos, para aguantar la posición los diferentes grupos de manifestantes pueden utilizar varios métodos:
- Lanzamiento de objetos. Piedras, adoquines o escombros (sobre todo las grandes ciudades están llenas de obras. Buscad un contenedor de escombros).
- Botellas. Es muy efectivo volcar los contenedores de botellas. Uno de ellos proporciona ”munición” a decenas de manifestantes durante aproximadamente un cuarto de hora.
- Cócteles Molotov. Lo más fácil es utilizar una botella de cristal de medio litro, llenar tres cuartas partes con gasolina, cerrar bien la botella y atar una tira de trapo en el cuello del recipiente. Llevar a mano una pequeña botella sólo con gasolina. Segundos antes de lanzar el molotov, mojar el trapo con la gasolina y encenderlo con un mechero. Puede impresionar la llamarada del trapo, pero si cogemos la botella con cuidado no nos quemaremos. Se puede usar un guante para minimizar las posibilidades de accidente. Al lanzar la botella, se romperá el cristal y la gasolina hará contacto con el fuego del trapo, causando una explosión de un radio de un metro y medio a 2 metros, aproximadamente.
- Bloqueo de calles. Esto es efectivo sobre todo para obstaculizar el avance de los furgones policiales. Puede servir cualquier cosa, cubos de basura, papeleras, vallas de obras, etc. Pero tengamos en cuenta que un furgón policial puede abrirse paso ante una barricada compuesta por estos materiales ”livianos”, si se lo propone. Por eso, lo más efectivo para este caso es cruzar coches: entre varios manifestantes (mínimo 4 ó 5), agarrar el coche por uno de los extremos (la parte delantera o trasera), contar ”uno, dos y tres” y levantar. En cuatro o cinco veces que se repita este proceso el coche habrá quedado en medio de una calle. Esto ralentiza el avance de los furgones de antidisturbios y da tiempo a los manifestantes para pensar y reorganizarse.
- Quema de vehículos. Esto se realiza para retrasar aún más el avance de la policía, si bien nosotros sólo lo recomendamos en casos de extremo peligro para los activistas. La destrucción de un coche puede afectar a personas (propietarios de estos) que se encuentran en la misma condición de opresión que nosotros y ese no es el objetivo. El objetivo es contrarrestar la represión policial. En casos en que la integridad física de los activistas esté en sumo peligro (momentos de violencia policial salvaje u operaciones represivas a gran escala, como las desatadas en las cumbres antiglobalización) entonces sí estaría legitimado. Por supuesto, van mucho antes las personas que las cosas.
Tengamos en cuenta que no siempre es necesario utilizar un coche para este tipo de acción incendiaria; también se pueden buscar elementos alternativos, como cubos de basura o materiales de un contenedor (muebles viejos, tablas, etc).
- Descentralizar la acción. Otra de nuestras bazas es crear diferentes focos autónomos de resistencia, desbordando el esquema represivo de los antidisturbios. Si nos movemos a menudo en grupos pequeños a los helicópteros policiales les cuesta más localizar los puntos ”calientes”, lo que entorpece la comunicación y coordinación de los agentes a pie. Esto nos da un tiempo valioso para actuar.
- Esquivar a la policía, atacar las estructuras capitalistas. En ocasiones en que la represión policial es especialmente dura e indiscriminada, conviene cambiar la táctica del enfrentamiento: en vez de atacar a las unidades policiales, atacamos las estructuras capitalistas más destacadas, como por ejemplo sucursales bancarias o comercios pertenecientes a grandes empresas (Telefónica, McDonalds, ETTs, etc).
Un ejemplo de esto es lo que ocurrió durante la manifestación contra el Día de la Hispanidad en Barcelona (12 de octubre 2002), donde la policía fue totalmente desbordada. Tras las cargas policiales los antifascistas se dividían en grupos pequeños, se disolvían por calles aledañas cruzando coches y contenedores para frenar el avance de los antidisturbios, y se volvían a reunir poco después en una de las calles céntricas. Entonces disponían de varios minutos para atacar ferozmente estructuras capitalistas mientras los antidisturbios se reorganizaban y trataban de llegar hasta los activistas. La estrategia se cambió: en vez de atacar a la policía se les bloqueó, mientras los atacaban sedes del capital. Nuevamente el precio que pagó el poder por reprimir una manifestación legítima fue alto.
Subrayamos la necesidad de cuidar mucho el no atacar al pequeño comercio. Lo que expresamos con este tipo de enfrentamiento debe llegar con claridad a la población y despertar su simpatía en lo posible.
La empresas de comunicación llaman a las sucursales bancarias ”símbolos”, si bien son más que eso. El capitalismo no se desarrolla y fortalece por arte de magia; el orden establecido tiene unos espacios físicos de funcionamiento, sin ellos, no podrían hacer partícipes a los ciudadanos de su enriquecimiento. Si los atacamos, no estamos haciendo desaparecer el capitalismo (eso es obvio), sin embargo estos espacios se ven afectados y retrasamos la actividad económica. Una hora o un día de retraso, es dinero que las empresas pierden.
La policía desaloja casas okupadas no porque sean ”símbolos”, sino porque forman parte de la estructura del movimiento anticapitalista. Y de la misma forma que tras un desalojo se puede producir otra okupación, tras un ataque a una sucursal bancaria, ésta es arreglada poco después con dinero (algo que a los capitalistas les sobra gracias a que disponen de todos estos espacios). En este caso, el objetivo es afectar todo lo posible la actividad económica como protesta por la represión, así como visibilizar quiénes son los responsables y los beneficiarios de esta economía capitalista de explotación y muerte.
Aviso:
Este manual no pretende anteponer la acción violenta al trabajo de base, pacífico, local, cotidiano. Es sencillamente un instrumento de lucha, un medio, una herramienta. Barricadas sí, pero con conciencia y enmarcadas en un proyecto de transformación a largo plazo que priorice la construcción de tejido social autónomo y rebelde.
Elaborado por: Laboratorio de Desobediencia “Barricadas Con Conciencia”
(estado español)
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