Comunicado desde la Facultad de Derecho Ocupada de Atenas. La ocupación se acabó el 13 de febrero, un día después de la gran manifestación en Atenas y los 4 días de movilizaciones que sacudieron a toda Grecia.
Las estructuras sanitarias, los espacios educativos, los beneficios del “estado de bienestar” y cualquier cosa que nos haga productivos en el sistema de dominación son ahora algo del pasado. Después de exprimir todo lo que teníamos, ahora nos lanzan hacia el hambre y el empobrecimiento.
La abolición de cualquier tipo de prestación toma forma mediante la creación de una “cuenta cerrada especial”. De esta forma, el Estado griego garantiza que las reservas monetarias serán usadas exclusivamente para la supervivencia del capital, incluso en perjuicio de nuestras propias vidas. El peso de la deuda (no la del Estado, sino la que es intrínseca a las relaciones del capital) está flotando sobre nuestras cabezas, amenazando con caer acabando con nosotros.
El mito de la deuda
El discurso patriótico dominante promueve la idea de la deuda griega, situándola como un problema transnacional. Crea la impresión de que algunos tiburones financieros, ajenos al Estado, han tenido como objetivo al Estado griego, y nuestro “buen gobierno” hace todo lo que puede para salvarnos de la traición perpetrada por parte del capital financiero internacional.
Contra esta falsa concepción nacionalista, la deuda es el resultado y elemento integral de la economía política, algo que los patrones saben muy bien. La economía está sustentada en la creación de escasez (esto es, la creación destructiva con consecuencias siempre negativa a largo plazo). La deuda se expandirá y dominará la sociedad mientras exista la propiedad, la rutina de consumo, y el dinero.
Cuando decimos que la crisis es estructural y sistémica quiere decir que las estructuras de la economía política han alcanzado su final, que su corazón está sufriendo un ataque – es decir, el proceso de producción de valor. Está claro que para el capital somos reemplazables y que la reproducción de la fuerza de trabajo es sólo un obstáculo en el proceso de acumulación de capital. La crisis de la deuda monetaria, esto es, el reemplazo de salarios por préstamos, y la incapacidad de conceder préstamos, ha llevado al sistema a un circulo vicioso de insostenibilidad. Esto ocurre porque pone en cuestión el valor del trabajo en sí mismo, es decir, la forma a través de la cual los de abajo pueden tratar de integrarse en el sistema.
¿Debemos ir hacia el socialismo y las “economías populares”?
Todo tipo de sindicalistas profesionales y pretendidos líderes populares cultivan sus propias ilusiones sobre una salida política dentro del actual sistema económico. Hablan de la nacionalización de los bancos, de cómo llevar a cabo un rejuvenecimiento del liberalismo racional. A veces incluso hablarán de la recuperación del “espíritu revolucionario”. En otros tiempos oímos hablar sobre desarrollo sostenible, descentralización ecológica, democracia directa y del fetichismo de las reformas políticas.
Mientras el mercado, por si mismo, y a través de la intervención del Estado, ha fallado en dar algún tipo de perspectiva, el espectáculo político continúa promocionando todo tipo de productos como la economía popular y autoritaria por parte del socialismo de estado. Las mitologías de varias dictaduras del proletariado, sobreviven al mismo tiempo que las masas quedan excluidas de la producción. Las instituciones, los desempleados, todos somos clientes rentables para los partidos políticos y sus sindicatos. La posición política reaccionaria de la revolución estatista ha logrado avanzar gracias al comercio de la ideología.
La guerra social no tiene fronteras
Algunos, en plena crisis, ven una re-contextualización de las fronteras nacionales. El cuerpo nacional y los distintos grupos racistas, ven una oportunidad para señalar a los inmigrantes, realizar ataques xenófobos y promocionar el racismo institucional al Estado griego. Para ellos, la resistencia está pintada en los colores nacionales; ellos luchan como griegos, no como enemigos de la explotación y de la represión.
Nosotros, conscientemente elegimos el lado, creyendo que cualquier símbolo o bandera nacional pertenece al bando enemigo y estamos dispuestos a combatirlas por todos los medios. Porque contra los nazis de Amanecer Dorado (jrisí avgí), los autónomos nacionalistas y el resto de fascistas que promocionan una comunidad pura como solución, son condiciones necesarias los ataques preventivos y la solidaridad con los migrantes para cualquier intento radical.
La única solución es la revolución social.
Contra todo lo anteriormente mencionado, proponemos la revolución social a la que consideramos como única solución para poder tener una vida y no una simple supervivencia. Esto significa levantarse contra cualquier institución política o financiera. Requiere, a través de la vía de revuelta, llevar a cabo medidas como la abolición del estado, de la propiedad y de cualquier tipo de pobreza, de la familia, la nación, el comercio y los roles de género. Para extender la gratuidad y la libertad por toda la vida social.
Esto es lo que revolución significa. Trayendo hacia este camino la lucha centrada en las demandas salariales; un estructura auto-organizada y asamblearia, especialmente en esta coyuntura, cuando la actuación político-gubernamental en la crisis del sistema puede llevar a una explosión social.
Manifestación a las 18h, en los Propíleos.
Asamblea abierta en la Facultad de Derecho Ocupada inmediatamente después de la manifestación.
Facultad de Derecho Ocupada, 9 de febrero de 2012
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