Para entender de lo que estoy hablando dejo los links de las contribuciones al debate y posicionamientos a raiz de la editorial de la revista RyA.
Aquí la editorial y antes la respuesta de Culmine a la editorial.
Aquí la respuesta pública de RyA a Culmine.
Aquí la contribución de Delirium Tremens.
Aquí la contribución de Enklave Antiautoritario La Revuelta.
Lxs compañerxs de Rabia y Acción en la editorial de su último número realizaban una crítica a diversas derivas de las luchas anárquicas. Uno de los elementos en que apoyaban su crítica a lxs insurreccionistas o a lxs animalistas radicales era el de la razón. La impresión que da el uso que de ese concepto hacen es la de una asimilación demasiado acrítica de éste. Me sorprende, pues parece que han descompuesto y analizado muchos otros conceptos y éste precisamente es uno de los habituales en cuestionarse en los ámbitos de lucha. Y eso es así porque la razón ha sido invocada constantemente por lxs que han impuesto el dominio generalizado. Los totalitarismos, por ejemplo, son el mejor ejemplo de la racionalidad llevada al extremo. Centros de exterminio de personas (con sus cámaras de gas barato en pos de la racionalidad económica, sus hornos crematorios en pos de una racionalidad higiénica, con sus aprovechamientos de todo lo que de un muerto se puede aprovechar, es decir, dientes de oro, grasa o cabello en pos de una racionalidad material, etc) para acabar con el crecimiento demográfico. El control de natalidad es otro ejemplo de racionalidad. La vacunación, el tratamiento masivo del agua de la población, etc, pueden ser defendidos desde posiciones muy racionales. Pero entiendo que no es ésta la línea sugerida por lxs compañerxs de RyA. Sin embargo, la buena intención no exceptúa las posibilidades venideras que implican nuestros discursos. Excluir las emociones o los sentimientos de nuestro actuar o de nuestros objetivos es precisamente colocarnos en una posición similar a la que el poder intenta imbuir a todxs lxs súbditxs. Separar el pensamiento del afecto, la política de la vida, es situarnos como hombres-máquina, como instrumentos de fines que más o menos podemos compartir, pero contrarios a romper con las relaciones de dominación que al modo de ver de algunxs están en la base de la sociedad de consumo, la sociedad tecnológica-industrial o la sociedad mercantil según se enfatice un hecho u otro. Esas relaciones deben ser subvertidas desde la posición que dan el actuar insurrecto, constante, metódico. De lo contrario es probable que poco o nada cambie. En este sentido es en el que se puede valorar las acciones de lxs compañerxs de CCF y sus escritos. Nunca han escondido o minusvalorado el papel de la rabia, el amor o el goce que producía su actuar, el de sus acciones contra el sistema y el de sus relaciones conspirativas. Y es que de lo que se trataba era de sus vidas, existencias que, como todas, aunque claramente en distintos grados, se fundamentan en afectos, emociones y sentimientos. Éstos eran llevados al límite máximo posible a través de sus posiciones y acciones, justo en una clara contraposición con las existencias vaciadas de la mayoría de gente, de unas vidas vaciadas de afectos intensos que conlleven vivir las formas-de-vida hasta el final de sus consecuencias, como afirmaba el colectivo Tiqqun. A mí entender es lo que intentan hacer lxs compañerxs de RyA. Llevar hasta el final un posible. Pero veo contradictorio el hecho de apoyarse en la razón, en lugar de asumir y reivindicar el deseo de subversión que seguro llevan en sí mismxs. La contraposición más bien creo que sería con los deseos que el sistema de relaciones de poder desarrolla para nosotrxs con cebos como el éxito profesional, el deseo de humanidad o el de evasión y que nosotrxs queremos destruir.
Aquí la editorial y antes la respuesta de Culmine a la editorial.
Aquí la respuesta pública de RyA a Culmine.
Aquí la contribución de Delirium Tremens.
Aquí la contribución de Enklave Antiautoritario La Revuelta.
Lxs compañerxs de Rabia y Acción en la editorial de su último número realizaban una crítica a diversas derivas de las luchas anárquicas. Uno de los elementos en que apoyaban su crítica a lxs insurreccionistas o a lxs animalistas radicales era el de la razón. La impresión que da el uso que de ese concepto hacen es la de una asimilación demasiado acrítica de éste. Me sorprende, pues parece que han descompuesto y analizado muchos otros conceptos y éste precisamente es uno de los habituales en cuestionarse en los ámbitos de lucha. Y eso es así porque la razón ha sido invocada constantemente por lxs que han impuesto el dominio generalizado. Los totalitarismos, por ejemplo, son el mejor ejemplo de la racionalidad llevada al extremo. Centros de exterminio de personas (con sus cámaras de gas barato en pos de la racionalidad económica, sus hornos crematorios en pos de una racionalidad higiénica, con sus aprovechamientos de todo lo que de un muerto se puede aprovechar, es decir, dientes de oro, grasa o cabello en pos de una racionalidad material, etc) para acabar con el crecimiento demográfico. El control de natalidad es otro ejemplo de racionalidad. La vacunación, el tratamiento masivo del agua de la población, etc, pueden ser defendidos desde posiciones muy racionales. Pero entiendo que no es ésta la línea sugerida por lxs compañerxs de RyA. Sin embargo, la buena intención no exceptúa las posibilidades venideras que implican nuestros discursos. Excluir las emociones o los sentimientos de nuestro actuar o de nuestros objetivos es precisamente colocarnos en una posición similar a la que el poder intenta imbuir a todxs lxs súbditxs. Separar el pensamiento del afecto, la política de la vida, es situarnos como hombres-máquina, como instrumentos de fines que más o menos podemos compartir, pero contrarios a romper con las relaciones de dominación que al modo de ver de algunxs están en la base de la sociedad de consumo, la sociedad tecnológica-industrial o la sociedad mercantil según se enfatice un hecho u otro. Esas relaciones deben ser subvertidas desde la posición que dan el actuar insurrecto, constante, metódico. De lo contrario es probable que poco o nada cambie. En este sentido es en el que se puede valorar las acciones de lxs compañerxs de CCF y sus escritos. Nunca han escondido o minusvalorado el papel de la rabia, el amor o el goce que producía su actuar, el de sus acciones contra el sistema y el de sus relaciones conspirativas. Y es que de lo que se trataba era de sus vidas, existencias que, como todas, aunque claramente en distintos grados, se fundamentan en afectos, emociones y sentimientos. Éstos eran llevados al límite máximo posible a través de sus posiciones y acciones, justo en una clara contraposición con las existencias vaciadas de la mayoría de gente, de unas vidas vaciadas de afectos intensos que conlleven vivir las formas-de-vida hasta el final de sus consecuencias, como afirmaba el colectivo Tiqqun. A mí entender es lo que intentan hacer lxs compañerxs de RyA. Llevar hasta el final un posible. Pero veo contradictorio el hecho de apoyarse en la razón, en lugar de asumir y reivindicar el deseo de subversión que seguro llevan en sí mismxs. La contraposición más bien creo que sería con los deseos que el sistema de relaciones de poder desarrolla para nosotrxs con cebos como el éxito profesional, el deseo de humanidad o el de evasión y que nosotrxs queremos destruir.
Contribución al debate de un actuante deseante
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