nuestra rabia, su indignación
A propósito de los hechos de Roma
A los mass media no tenemos nada que decirles.
Nada tenemos que responder a los políticos que presentan lo bombardeos de Libia como una 'operación de paz' y después definir 'guerra' los enfrentamientos de Roma.
Tampoco al ciudadano medio tenemos gran cosa que decirle.
Nos dirigimos a los otros explotados como nosotros, a quien en este orden social se siente asfixiar, a quien hace esfuerzos para llegar a fin de mes, a quien sueña la contraofensiva.
A ellos queremos decirles de qué parte estamos, y cómo.
Que la rabia rebasase los diques de la indignación democrática y de sus inocuos desfiles era necesario y justo.
Aquella rabia no se debe a presuntos planificadores. Huele sus ocasiones y tarde o temprano se encuentra en una plaza San Giovanni cualquiera.
Los ataques a los bancos, a las casernas, a los edificios del ministerio de la Guerra, las expropiaciones de los supermercados no tienen nada de ciego. Entre tantas chácharas sobre la crisis, sobre los monstruos de las finanzas, sobre los bancos que chantajean, las prácticas del 15 de octubre han traido un poco de sana y apasionada concreción.
Otros actos han expresado una rabia distinta de la necesaria. Pero tantos 'antagonistas', en lugar de indignarse, deberían preguntarse que han hecho en todos estos años para que la cólera ajustase su punto de mira.
Millares de jóvenes que se han encontrado con la policía y con sus turbas asesinas no tienen el objetivo de hacer saltar los comicios políticos y los conciertos recreativos. Simplemente, se han encontrado en aquella plaza porque el espectáculo ha caído.
Cierto, si el conflicto se hubiese desarrollado en los aledaños de los palacios del poder habría sido otra cosa. Pero nadie ha tomado la responsabilidad de hacer lo que decían los trabajadores de Pomigliano: 'Vamos al Parlamento'.
Que Maroni y sus voceros nos señalen entre los que atribuyen la responsabilidad de los enfrentamientos de Roma no nos sorprende. Conocemos las técnicas del poder.
Que los esbirros hurguen en nuestras casas por enésima vez no nos asusta.
Desde hace tiempo hemos elegido nuestro campo.
En el Norte de África, en Grecia, en Inglaterra, en Chile la juventud salvaje es el detonante de una rabia social que está explotando.
Nos sentimos parte de esta cólera mundial.
Señores de bien, con la cuenta en el banco y la delación en el corazón, la dejamos para vosotros.
Nos vemos en las calles.
Solidaridad con todos los detenidos.
Anarquistas.
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