'Una sociedad que ha abolido la aventura convierte la abolición de esta sociedad en la única aventura posible'

domingo, 9 de octubre de 2011

Sobre la dominación incorporada


Grecia ejemplifica el tiempo que nos toca vivir de ‘ajustes’ a la Máquina. Estos ‘ajustes’ son los mismos de los que hablaban en el G7 hace varios años. Reformar el capitalismo era la idea. Renovarse o morir dice el Mercado. Las medidas que se están tomando obedecen a las imposiciones del Capital. Da igual el color del partido y de la bandera, las medidas son muy similares en unos y otros. Cuando están muy apurados intentan recuperar credibilidad pública gravando las grandes fortunas, pero la esencia es la de desmantelar el sistema público sin que haya grandes resistencias. Estas medidas se dan en todos los países occidentales. El resto de mundo ya ha conocido lo que significan las imposiciones del Capital. Sus revueltas y sus luchas, la mayoría de veces silenciadas y mal comprendidas en Occidente, así lo atestiguan.


Durante el siglo pasado el aparato de dominio se ha extendido hasta niveles impensables. La generalización de medios de comunicación e información que llegan a cualquier rincón del mundo, el paso del trabajo como elemento central del sistema al consumo, el desarrollo de una concepción individualista de libertad, la generalización de la escolarización que ha implicado una homogeneización del pensamiento y de los valores, la reglamentación de todos los aspectos de la vida, la progresiva situación de la vida biológica como centro de la política, son algunas causas para entender donde nos encontramos. En definitiva se ha operado un ocultamiento del dominio bajo formas menos autoritarias, pero más incisivas. En un mundo que se organiza mediante redes, los automatismos rigen el dominio. Así es difícil señalar quien ejerce la autoridad y así también la rebelión puede remedar a la locura porque la sensación es la de luchar contra molinos de viento inexistentes. 

Esta nueva dominación está inscrita en nosotros mismos, en nuestro cuerpo, en nuestro lenguaje, en nuestras relaciones, en el medio en que vivimos, en el clima que respiramos. Se da en un nivel previo a la reflexión, por habitual, cotidiano, inconsciente. Por ello es más peligroso y se debe reflexionar continuamente para no caer en él.

Si alguna cosa pueden aprender algunos de los que participan del Movimiento 15M es esta. Aunque mi impresión es que los que participan más activamente de sus decisiones e imponen una dirección determinada no están por la labor. Y es que cada vez más, pienso que se trata de una movilización de la izquierda en vistas de que a nivel parlamentario no tienen el más mínimo futuro si no se cambia radicalmente la forma de hacer política. Que se reconstruya la política de izquierdas o se queda en una mera pantomima transitoria o de lugar a un proceso de cambio real que lleve a una transformación de la vida en el mundo, será cuestión de tiempo y de (in)acción de todos nosotros. Las inclusiones de portavoces del movimiento en candidaturas de IU o el planteamiento electoral del Partido Movimiento Ciudadano 15m son conocidas. Las posturas antagónicas y radicales en su seno también.

Si bien esta ‘movilización’ general ha supuesto una convulsión en medio de este letargo más o menos roto por puntuales episodios de la guerra social, se le han hecho algunas críticas certeras (violencia e imagen, relación medios, uso acrítico de tecnologías, mistificación de la asamblea y el ‘poder popular’). Es necesario reflexionar sobre la dominación inscrita en nosotros mismos. Hablar en el lenguaje de la no-violencia ciudadanista hoy es hablar el lenguaje del poder. ¿Si no de qué se reprime cualquier pequeño conato de violencia o por qué se ocultan las acciones que contienen violencia que son fácilmente reproducibles y que encuentran su interlocutor en los asqueados de esta sociedad?. Pienso que es absolutamente esencial dar vía libre para hacer y decir, no monopolizar la palabra y la acción, de lo contrario es fácil caer y alimentar el dominio. Consensuar y centralizar las decisiones sin dar autonomía a las distintas sensibilidades que se inscriben en un movimiento tan amplio es hacer el juego a los que ejercen el dominio para perpetuarlo. En este tiempo se ha querido controlar las formas y la imagen para aparecer más digeribles a la gente, para llegar a la gente, para concienciar. Pero se hace desde la propia derrota. Ya han ganado porque ya estamos asimilados. La película ‘The Fountainhead’ muestra algo de esto cuando el dueño de un diario de mucha tirada cree tener poder sobre la gente por ser su dueño y publicar noticias que la gente lee e integra como su forma de ver el mundo. Sin embargo cuando quiere ir a contracorriente para defender a un amigo, y cambiar la opinión de la gente mediante su diario, fracasa, porque desde siempre ha publicado las noticias de forma que pudiesen ser asimiladas, siempre ha estado ceñido al dominio de la masa. Ese poder de concienciar desde las posiciones admitidas por el verdadero poder es ilusorio. Si no se modifican las relaciones de dominación que implican TODO, no vale querer cambiar algunas leyes o democratizar la política. Esas prácticas se dan bajo la habitualidad del trabajo, de la aceptación del intercambio mercantil, de la separación de géneros, del discurso de la ciencia, la razón, la tecnología, el progreso y la economía, del consumo de noticias confeccionadas por empresas dedicadas a eso y pagadas por grandes lobbys, etc, etc. Una ruptura existencial con todo eso implica TODO. La ruptura colectiva con TODO, eso es la insurrección. Ese es el camino de la revolución permanente.

Cuando los compañeros de Conspiración por Células del Fuego (CCF) afirman su carácter antisocial, entiendo que, entre otras cosas, se están refiriendo a esto. La ruptura con la asimilación acrítica del dominio incorporado en la mayor parte de miembros de la sociedad. Una sociedad que se revela como ente de poder.

‘La sociedad, que nos lo ha dado todo, es el nuevo amo, un nuevo fantasma, un nuevo ‘ser supremo’ que nos impone ‘servidumbre y deber’. Max Stirner.

Es una lucha contra la reproducción del dominio ejecutada por los ‘componentes’ (‘piezas’, como dicen los gestores,  de la Máquina trituradora) de la sociedad, que se convierte en personal cuando se choca con un individuo-masa que ejecuta órdenes sin un ápice de conciencia. Como decía Hannah Arendt aludiendo al médico Eichmann que participaba en los ensayos con ‘cobayas humanos’ en los campos de concentración, esa es la ‘banalidad del mal’. Participar por inercia de la máquina del dominio. Y es que han sido muchos los que han ido describiendo este funcionamiento a lo largo del siglo pasado. Como Günther Anders que lo expuso durante toda su vida, centrándose en la adaptación obligatoria del hombre a la máquina, la imagen del hombre como extensión del aparato, y tratando de formular la necesidad de una vida humana como ética.

‘Para quien se ha adaptado, el mundo artificial se convierte en aparente ‘naturaleza’. Günther Anders.

En tanto el dominio forma parte de nosotros se hace necesario reevaluar continuadamente nuestras acciones, nuestras perspectivas, nuestras relaciones, para desde aquí ganar impulso por el cumplimiento de nuestros deseos.

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